En el obelisco palpitan todos los corazones argentinos

Es el punto de encuentro por excelencia, pero hoy hubo obeliscos en cada rincón del país




NACIONALES (ED) La avenida más ancha del mundo no alcanzó para contener a la romería de hinchas argentinos hacia el Obelisco, histórico lugar de concentración que este domingo anotó una página de su vida al ver miles y miles de sonrisas, lágrimas por la obtención de la Copa del Mundo en Qatar.
   Al igual que en otras ocasiones, la Ciudad tuvo un trajín llamativo: corridas en la mañana para poder comprar lo que faltara; después las calles y veredas desiertas; más tarde, los gritos en cada casa y departamento; y el festejo final, desde ventanas, balcones y dándole vida nuevamente al espacio público.
   La pantalla gigante montada en la Plaza Seeber se convirtió en uno de los puntos de concentración tanto de vecinos porteños como bonaerenses, al igual que turistas que se vieron disfrutando del folklore futbolero argentino en una de las jornadas más importantes.
   El 2 a 0 a favor del equipo dirigido por Lionel Scaloni y el apabullante andar argentino en el primer tiempo dejó tranquilos a todos, pero nadie pensó que el trámite iba a ser sencillo: la remontada francesa con Kylian Mbappé puso al borde del paro cardíaco a unos cuantos.
   La alegría por el gol de Lionel Messi en el tiempo extra poco duró, ya que la “Tortuga” Mbappé volvió a frustrar (o mejor dicho, demorar) la alegría argentina.
   En la tanda de penales, la figura de Emiliano “Dibu” Martínez volvió a agigantarse para que los miles que se juntaron en Plaza Seeber deliraran.
    Ojalá Messi no se retire nunca”, un pedido casi unánime, al que se sumó Scaloni en la conferencia de prensa, soñando con otro mundial para el gran capitán.
   Saltos de alegría, llantos, abrazos. Pero la felicidad no podía no trasladarse a Corrientes y 9 de Julio, cruce icónico de la Ciudad y que en un abrir y cerrar de ojos tuvo decenas de miles de hinchas celebrando.
   Banderas, camisetas, botellas cortadas llenas de fernet con coca, canciones de cancha: el Obelisco se vio rodeado de argentinidad en su más plena expresión.
   Treinta y seis años después las calles de la Ciudad volvieron a vibrar por la pasión y la felicidad gracias a que la Selección argentina puso a la bandera celeste y blanca en lo más alto.

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