¿Y el PJ dónde está?

Con los líderes en silencio, la "resistencia" a Milei avanza sin estrategia definida ni conductor claro.

Máximo Kirchner NA



BUENOS AIRES (NA). — El reclamo por el silencio de los líderes de Unión por la Patria que lideró esta semana el camionero Pablo Moyano visibilizó la pregunta que muchos se hacen puertas adentro del ex oficialismo.

La ex presidenta Cristina Kirchner, armadora de la alianza que hizo ganar a Alberto Fernández en 2019, y el protagonista de la campaña 2023 Sergio Massa se han mantenido al margen del “combate” parlamentario y judicial que sectores opositores llevan adelante contra el mega DNU y la ley ómnibus del presidente Javier Milei.

Tímidamente, el ex presidente Fernández salió a desmentir informaciones sobre su persona y su gobierno en los últimos días, pero sin cuestionar a fondo las medidas oficiales.

La “resistencia” al gobierno libertario que muchos esperaban que  encabezaran esos líderes -en menor medida Fernández- no se materializó en estas primeras semanas tras el desembarco del libertario en Olivos y la pregunta central es por qué no lo hacen.

Por lo bajo, los antiguos voceros esbozan dos explicaciones posibles: esperan en silencio hasta que se haga evidente que las medidas de Milei van a fracasar y, además, no quieren quedar pegados a un rechazo furibundo y que se los señale como quienes colocan los palos en la rueda que impiden el desenvolvimiento natural del gobierno.

Esa idea que sobrevuela desde hace años sobre que el PJ no deja gobernar es un estigma del que nadie quiere hacerse cargo, menos aún, si a esta gestión no le va bien.

Ese tema es entendido y apañado por algunos sectores, aunque otros cuestionan a las otrora cabezas de UxP por no estar al frente de la resistencia.

El principal foco de enojo se observa en la provincia de Buenos Aires, donde el gobernador Axel Kicillof busca construir un espacio que exceda al PJ local y lo catapulte a un liderazgo más amplio, a sabiendas de que sin el peronismo no se puede, pero con el peronismo solo no alcanza.

En ese contexto la silenciosa tensión entre Kicillof y el presidente del PJ bonaerense, Máximo Kirchner, se incrementa a diario.

La relación entre ambos no logró recuperarse de las jornadas de tira y afloje previas al cierre de listas de finales de junio pasado, y luego el episodio del yate que llevó a la cancelación a Martín Insaurralde -el hombre de Máximo en el gobierno bonaerense- 

le sirvió al economista que sacarse de encima la influencia del jefe de La Cámpora en su gestión.

“En el peronismo algunos están contentos de que los puteen, porque están borrados y le está aplicando un mazazo fenomenal a la clase media especialmente. Alguien lo tiene que decir”, señaló una fuente bonaerense a NA al hacer un análisis de las críticas de Pablo Moyano a Cristina, Alberto y Massa. 

Además, en territorio provincial resaltan el “fastidio grande que hay con Máximo, que desde la campaña está borrado”.

Quien sale favorecido en esta revolución es Kicillof, que si sobrevive sin que la provincia se prenda fuego los próximos tiempos tiene chances -y ganas- de ser el jefe de la oposición y empezar a armar las bases de un nuevo espacio con nuevos actores.

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